jueves, 30 de junio de 2011

Guto y su pluma al ristre

Por O. Aliaga
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Presentar un libro durante la festividad de San Isidro Labrador es una acción que amenaza con hacerse costumbre, lo cual llena de alegría a los que gustan del prurito de la lectura y representa una débil, pero incandescente luz, al final del túnel de la cultura; hábito al que los sucrenses estamos poco o nada acostumbrados.
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Este mes de mayo el profesor Gutemberg Aliaga Zegarra, autor de varias obras literarias entre prosa y poesía, presentó su último libro titulado: “Avatares… y relatos al paso”.
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El libro de pequeño formato es una condensación de narraciones en las que el hombre de a pie se convierte en protagonista, pero sin visos de avanzar tal como lo habían hecho Ciro Alegría, Arguedas o el autor de “Cordillera Negra” Oscar Colchado.
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El autor de fibras del tiempo, sin quitarse las fibras ha querido atrapar en su libro, para perennizarlos, los relatos fingidos de palabra, contados por hombres de otro tiempo; hombres que tenían la lampa bajo el brazo y el machete al cinto e inventaban graciosos chistes y dichos que en conjunto forman la cuentística de Sucre.
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En varios de los cuentos el autor respeta la forma y los describe con el dejo característico de la región, narrando los parajes telúricos y acogedores, alejado de todo estereotipo conserva la forma coloquial, manteniendo giros y modismos de la ciudad y del campo; sólo que los cuentos carecen de ilustraciones que ayuden a una mejor comprensión. Es de destacar las anécdotas como La burra pacla, Profesora de castellano, Los no confundas de don Quirino Etc., Etc.
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La burra pacla
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1
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DON Manuel Díaz González, ciudadano representativo del distrito de José Gálvez, había comprado de uno de sus parientes un fundo llamado Mapish a orillas del caudaloso río Marañón. El fundo es muy extenso; por decir lo menos, goza de clima cálido, templado y frio; en tal sentido, existe todo tipo de productos: en la zona cálida y templada abundan las naranjas, paltas, mangos, cacao, café y otros frutales. La zona fría está poblada de ganado vacuno y caballar, muchos de ellos en estado salvaje.
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2

UN buen día, don Manuel Díaz, en compañía del amigo y compadre de su hijo Francisco, llamado Raúl Zamora, más conocido en todo el pueblo como Pashelo, deciden llevar a vender a la Plaza Pecuaria de Celendín una hermosa burra.
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Ya en la Plaza Pecuaria, uno de los aficionados negociantes se antoja de la burra; cuyo único defecto era tener una de las orejas caídas, a lo que los lugareños le llaman oreja pacla.
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Interesado como estaba el negociante campesino, preguntó por el precio y don Manuel, dando a demostrar el no querer venderla dijo: la burra es tierna y mansa y su precio es de 200 soles. Ipso facto el comprador ofreció 100 soles. Acá se produjo un picaresco y entretenido diálogo entre el comprador y el acompañante de don Manuel, mejor dicho Pashelo:
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-       200 soles y llévalo con soga y todo dijo Pashelo.
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-       100 soles les doy y al toque, además que, pue, la burra es pacla. A lo que Pashelo le respondió: mira hermano, ¿para qué lo quieres la burra? Para carga –le contestó. Entonces, para eso está de primeras, al no ser que quieras para telefonista. Allí si te doy la razón. Así concluyó esta transacción comercial.

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